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Se vienen unos posteos en los que les quiero compartir lo que he vivido en los meses que llevo de emigrada, porque aunque hoy me encuentre en Argentina, yo ya no me siento residente del país, sé que estoy “de paso”, acompañando a mi familia (que me necesita) y preparándome para lo que se viene.

Por eso, hoy les quiero hablar de algo que, como me incomodaba demasiado, hasta ahora no había compartido mucho.

Que algo nos incomode significa que no nos es cómodo, que nos molesta, que no nos gusta que esté ahí. Y sí en la emigración hay mucha incomodidad.

Eso sí, spoiler alert, la incomodidad pasa, es parte del proceso, hay que pasarla, mientras nos adaptamos a nuestra vida.

La incomodidad en la emigración es parte de ese lado B que poco se habla, pero que son parte del proceso e, incluso, del aprendizaje y de insertarnos en ese nuevo país que elegimos.

Como me imagino que ya sabrán y para quienes se sumaron hace poco, el año pasado armé mis valijas y me mudé a Milán. Fue un proceso muy largo, porque desde que me decidí a emigrar hasta que la pandemia me permitió tramitar mi pasaporte italiano pasaron varios meses.

En este posteo les conté un poco sobre ese proceso. Pero de lo que no les hablé fue de la primera incomodidad que sentí. Y con incomodidad me refiero a ese sentir adentro mío que me ponía nerviosa, que hacía replantear si estaba en el camino correcto, o no.

Creo que alguna vez conté que me enteré que ya era ciudadanía italiana el mismo día que Italia anunciaba la cuarentena por COVID y se cerraba, herméticamente, por varios meses.  

A la semana vendría la cuarentena en Argentina y, para mí, sería tiempo de pensar mucho y analizar mi vida. Lo que me llevó a empezar a barajar la posibilidad de emigrar.

Los meses me fueron convenciendo y, ya sabiendo que contaba con ciudadanía italiana, empecé a planificar mi emigración. 

Pero aquí llegó lo incómodo de tener que enfrentar la primera traba a mi emigración. Por la pandemia, como Italia estaba bastante cerrada, los plazos que yo tenía previstos para cumplir con la finalización del juicio y obtener mi pasaporte se demoraron cerca de 9 meses.

Meses en los que ya había dejado mi casa y estaba viviendo con mis padres, meses en los que me dediqué a vender todo lo que tenía y hacía economía de guerra, porque todo tenía que ir a los ahorros para la emigración.

Y entre todo esa revolución que iba viviendo, venía la desesperación por la falta de noticias en la justicia romana y que veía que mi primera fecha de viaje se diluía.

Y así, incómoda por la situación, tuve que cambiar 2 veces mi fecha de viaje, por todo el tiempo que me llevó tener mi pasaporte.

Hoy les puedo decir que valió la pena la espera, porque el cierre que se volvía a vivir en Italia en los meses que yo tuve que posponer, juro que me hubiera incomodado mucho más que lo que fue esperar en Argentina.

Los trámites que tuve que hacer una vez que llegué también me resultaron incómodos. Tuve que esperar algunos meses hasta que logré mi carta d’identità y tessera sanitaria.

En el medio nadie entendía cómo anotarme para poder ponerme la primera dosis de la vacuna del COVID (que encima se me acercaba la fecha del famoso green pass italiano y eso significaba que si no lo tenía no iba a poder hacer muchas cosas…).

Que los proyectos que tenía no salieran como yo quería también me resultó demasiado incómodo, tuve que abrir muchísimo mi mente para adaptarme a los cambios que sobrevenían.

Pero lo que más me incomodó fue el aceptar que mi vida había cambiado en un 100% y que me tenía que adaptar a una nueva realidad. Hace un tiempo les hablé de las emociones que sentí cuando estaba recién llegada.

Aunque, sobre esto ya les voy a contar más sobre ésto en el próximo posteo, pero esta emigración me dejó esta gran enseñanza y a aceptar la incomodidad que genera emigrar.

Porque la incomodidad termina siendo parte de la vida de quien emigra. 

Si quieren algunos consejos más de mi experiencia expat, recuerden que ya está disponible el E-book “7 consejos de una emigrada”.

Y estén atentos porque en las próximas entregas les voy a contar, un poco más, sobre los nuevos proyectos que se vienen para mí, que significan una nueva emigración en mi vida.

Aparte de que se van a venir algunas sorpresas, para la primera, que es un evento gratuito que estamos preparando para el 9/9, pueden anotarse en esta lista, así, más cerca de la fecha, les enviamos toda la información…

Y si te gustó lo que te compartí, podés ayudarme a seguir compartiéndote mucho más contenido como éste invitándome con un cafecito.

Rosario.

(Foto: tomada en durante mi último paseo por Milán, de fondo el Castello Sforzesco).


2 comentarios

Rosario, ¿volvés a emigrar? Sí, vuelvo a emigrar… - Ciudadanía y Residencias · 22 de agosto de 2022 a las 08:16

[…] ya les fui adelantando en las últimas entregas de junio y julio, en unos meses emprendo un nuevo proceso migratorio hacia […]

Adaptación y cambio y cómo no “fracasar” en la emigración - Ciudadanía y Residencias · 6 de septiembre de 2022 a las 16:08

[…] el posteo del mes pasado les conté cómo llevé la incomodidad que me generó la emigración, incluso desde el […]

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