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Hace un año les estaba compartiendo el balance de uno de los años más raros que nos tocó vivir. Sin embargo, les contaba que era el primero en el que me había establecido objetivos concretos y que, a pesar de todo, había podido cumplirlos (y algunos hasta superado en expectativas).

Por eso, cuando llegó diciembre de 2.020, no me quedé atrás y volví a proponerme grandes objetivos para este año que se termina.

Los plazos que me había puesto, debo decir que se trastocaron un poquito por demás, pero con mucha felicidad puedo decir que 2.021 es un nuevo año con grandes objetivos cumplidos.

Empecé por emigrar a Italia, lugar que había elegido como mi nuevo país, pero también me quise volver a mudar a otro país, vivir una nueva emigración en la emigración, pero finalmente, por el momento, la vida en Milán me convenció de quedarme allí.

Fue un año de muchísimas pruebas, nunca imaginé que iba a extrañar  horrores a mi familia y a mi vida en Argentina, pero hubo muchos más días donde disfruté cada minuto vivido, cada nueva experiencia y cada oportunidad que llegaba.

Siento que viví mil vidas en solo 7 y medio meses. Que crecí mucho y me envejecí otro poco.

Fue un año en el que trabajé desde muy adentro, para definir que lo que quiero hacer es ayudar a aquellas personas que están decididas a emprender una nueva vida en España o Italia, porque están buscando un futuro distinto para ellas y sus familias.

Pude cumplir uno de los grandes objetivos que tenía, que era hacer el programa de mentoría de Nayla Norryh. Programa que me ayudó a replantear toda la propuesta de asesorías y me animó, finalmente, a largarme con más propuestas de workshops y cursos (y espero sumar más propuestas para el año que viene).

Y así, sin darme cuenta por la velocidad en que pasaron los meses,  Ciudadanía y Residencias cumplió 2 años.

Cumplí muchos objetivos, cambié muchos objetivos, planifiqué un montón, dejé que la vida me sorprenda.

En lo personal también viví situaciones nuevas, que no estaban planeadas, pero que me dejaron algo…

Por primera vez en mi vida perdí un vuelo, y para alguien que está acostumbrado a planificar los milisegundos de su vida fue como una trompada, un darme cuenta que la vida se pone patas arriba en un minuto y que la muchas veces es por nosotros mismos.

Me hice un tatuaje, lo que me enseñó el significado del nunca digas nunca.

Pero el objetivo que más me gusta haber cumplido fue que profundicé muchísimo en mi autoconocimiento. En la lista de objetivos estaba la idea de algún curso que me haga encontrarme con mi esencia, algún libro que me guíe un poco y varios podcasts que me ayuden a reafirmar todo eso.

Lo que no sabía, y mucho menos me había imaginado, es que el tener que retrasar 4 meses mi emigración me iba a significar iniciar un camino de reflexión, meditación y conocimiento tal como lo que logré a lo largo de los meses.

Gracias a todo ese trabajo pude aceptar cada sorpresa que me fue dando la vida este año. Y así como hubo sorpresas hermosas, para las que tenía que estar centrada y que no se me vuele la cabeza, también hubo sorpresas bastante tristes, que si no hubiera sido por todo eso que aprendí, no hubieran sido fáciles de procesar.

Y sumado al trabajo interno, esas personas que la vida me cruzó en la vida en directo y en la vida online, me dejaron, de una forma u otra, su marca de fuego, para no olvidarme de su ayuda y a quienes les agradezco profundamente.

Eso sí, la sorpresa mayor es haber llegado hace unas horas a Argentina, lista para celebrar las fiestas con mi familia, algo que ni por casualidad estaba planificado para este fin de año.

La lista de objetivos 2.022 ya está redactada y bien organizada, este año la fui planificando con tiempo y a medida que me iban surgiendo algunas ideas. Pero también tiene algún que otro blanco, para dejarme llevar por esas cosas que no se pueden prever.

Para terminar, les deseo un 2.022 con mucho amor y sueños por cumplir.

Y si te gustó lo que te compartí, podés ayudarme a seguir compartiéndote mucho más contenido como éste invitándome con un cafecito.

Les dejo un beso grande.

Rosario.

(Foto: tomada, hace uno días, en Puerta del Sol, Madrid).


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